16.3.12

Desplazamientos. La reseña

Decía alguien que estos congresos (los arquine) son igual o más valiosos que un semestre en cualquier universidad (mexicana), por la cantidad y calidad de ideas presentadas desde distintas perspectivas.
Considero que, parcialmente, dicha afirmación es correcta.
Poner en perspectiva ideas confrontadas, contrapuestas, similares, sustentadas y superficiales debe ser un catalizador para asumir posturas, que si bien no son las correctas (y eso depende de quien lo interprete) por lo menos están pensadas y justificadas.

Este congreso fue de la condición de extranjería a la arquitectura forense, de la multiculturalidad a la acupuntura urbana, de lo local a lo global, glocal para ser precisos.  Matices y conceptos sobraron. Lo que faltó fue determinar con más coherencia el hilo conductor del evento: Los desplazamientos.

Dezplazamientos vistos desde diversos enfoques:

- El arquitecto desplazado de su contexto cultural
- El arquitecto glocal 
- El arquitecto global
- El starchitect y su virus esparcido por el mundo.

Desde el principio se marcaron dos líneas fundamentales: 
- Aquellos preocupados por la arquitectura como expresión formal (la tan famosa arquitectura del 1%)
- Aquellos preocupados por los tejidos sociales y la arquitectura como catalizador o agente de cambio en contextos menos favorecidos (la no menos famosa arquitectura del 99%)

Arquitectura del 1%
El congreso inició forzado, aunque con un toque de ironía y frescura por parte de Benedetta Tagliabue, arquitecta italiana, radicada en España, con proyectos en Asia y Europa.
Forzada porque su explicación de la condición que le da titulo al congreso no fue desmenuzada.
Más allá de eso, presentó proyectos tan disímiles como un parque de diversiones generado con recortes de Disney hasta un Parlamento con una propuesta sin cohesión y con muchas dificultades técnicas.
La ironía y frescura de Tagliabue le generaron una reacción positiva, parecía una charla de café.

¿Cómo se dibuja un edificio en escala 1/10000? A partir de las visuales que el mismo objeto genera.
Roldan y Berengué

Estos arquitectos españoles hablaron con menos gracia de sus proyectos, pasando de conceptos arquitectónicos como la luz (ligth, en su inglés) la escala de lo colectivo hasta momentos de humor como las abuelitas con la espalda y el culo calientitos en las iglesias.
Los ejemplos eran anodinos, predecibles y muy comerciales, pero tal vez lo más memorable de su intervención fue ese dejo de melodrama involuntario, iniciado por Mercé Berengué, (al sentirse segregada, cuando su colega, Miguel Roldán no le prestó el micrófono ni para decir hola) al decir, -parafraseando- "Yo mejor te veo desde abajo" y dejar el escenario.

Plaza Carso es un entorno tan...entorno
Anton Garcia-Abril

Este señor y Manuel Clavel hablaron de sus experiencias personales y los proyectos que han estado desarrollado, desde el Teatro Cervantes en Plaza Carso hasta la cafetería exhibicionista que le valió al autor una demanda por parte de un usuario con vejiga tímida.
Seguimos en la automatización expositiva, ironía (como olvidar a Paula, la vaca bautizada en honor a Paulo Mendes da Rocha, que fue la encargada de comerse la pastura que dio origen a esa especie de geoda habitable) y sentido del humor -la arquitectura popular inevitablemente tiene desviaciones de presupuesto y por lo tanto es el mismísimo Diablo-

La arquitectura no es el problema, ¡es la solución!
Manuel Clavel

De PRODUCTORA queda como enseñanza el uso de la simplicidad geométrica y la geometría escultural, aunque quizá lo más relevante fue el show involuntario con la falla en la proyección y la violencia pasiva de utilizar su propio equipo.

Alejandro Zaera Polo intentó explicar su teoría general de la envolvente, no sin antes hablar del capitalismo tardío (o globalización) basado en los desplazamientos espaciales y temporales.
El tiempo no le permitió extenderse más allá de unos cuantos proyectos, sin terminar de plantear la teoría.

5468796 Architecture y Thomas Heatherwick lograron tal vez hacer presentaciones memorables, sin extenderse en demasía y abordar los proyectos con un toque de humor, cualidad que les dio frutos en términos de popularidad y reconocimiento de los asistentes.

Pero el plato fuerte estaba por llegar, Zaha fue presentada con desatino, inició una charla aburrida, sosa, predecible, y sobretodo sin ánimo. 
Era de esperarse, esa actitud es toda ella, y lo sabe bien.
El público (en su mayoría) acrítico le aplaudió y la trató como rockstar (lo es).
Los menos quedamos insatisfechos y molestos por la falta de entusiasmo.

Al respecto, decía Miquel Adria que todo centro comercial requiere una tienda ancla.
Zaha vino a eso, a asegurar un lleno total en el Teatro, con su mera presencia y falta de carisma.

Aunque lo más memorable del congreso llegó gracias a esa otra línea de expositores, que dejaron de lado la fanfarronería para hablar de la arquitectura del otro 99% (esa de la que habla Sinclair).

Oscar Hagerman con su poética hizo parecer esa intervención como una de esas historias que nos cuentan los abuelos, con esa voz nostálgica y llena de emociones que te llega a los huesos.
Las historias vividas en carne propia fueron el catalizador para una de esas charlas que no quieres que terminen.

De Joan MacDonald aprendimos que los tugurios son el campo de acción de la arquitectura social y que es ahí donde radica el problema social de la desigualdad, que es ahí donde realmente podemos intervenir para lograr una sociedad más equitativa.
Su crítica a los desarrolladores y su forma de hacer ciudad fue refrescante.
Su postura de intervenciones a gran escala cobraron sentido.

Eyal Weizman y su charla un tanto metafísica sobre la arquitectura forense y la arquitectura como testigo fue difícil de digerir, pero permitió hacer una lectura más profunda de la misma.

Y por último Cameron Sinclair, sin duda la estrella del congreso, que desde su presentación, enfundado en una máscara de luchador, supo echarse a la bolsa a los más de 3.000 asistentes.
Architecture for Humanity es una de esas organizaciones a las que todos quisieramos pertenecer, el supo convencernos de ello.
Su crítica a los starchitects, la habilidad de orador, ganada con los años de experiencia(s), su sorpresa musical, y sobretodo la naturaleza de su trabajo lo convirtieron en esa especie de superhéroe que todos aspiramos ser. 

El congreso es en esencia una experiencia gratificante, con buenos y malos momentos, pero que sobretodo permitió poner sobre la mesa la visión de todos estos señores y contraponerlas de tal manera que nos permitió hacer valoraciones más certeras de cómo se esta transformando el mundo, cómo hemos contribuido a ello y qué podemos hacer para que suceda en la dirección correcta.

Al menos así lo vi(ví) yo.