20.8.12

Entre el sprawl y los no lugares


 Publicado en Cutter


"¿Qué devendría del vacío del espacio? El vacío aparece a menudo tan sólo como una carencia. El vacío sería entonces como la carencia por colmar espacios huecos e intra-mundanos. Sin duda el vacío está relacionado justamente con las peculiaridades del sitio y por eso no es una carencia sino una creación."

Martín Heidegger



La condición humana y su necesidad de reinventarse nos ha vuelto entes sedentarios, vamos por la vida migrando, desplazando, apropiando, desarraigando.
No es difícil por lo tanto, entender que dichas prácticas, tan comunes en estos tiempos, van dejando huellas a su paso.
Las ciudades se convierten entonces en una suerte de espacios de todos y de nadie.
El miedo, la comodidad, la seguridad y la “exclusividad” se alinearon para convertirse en una suerte de conjuro que dicta el crecimiento de las ciudades.
Ya no hay planeación urbana estratégica y el “sprawl [1] se convierte en la norma a seguir.
Este fenómeno se ve alimentado por la necesidad de estar cada ver mas aislados de todo y de todos.
Es evidente que vivimos en un mundo dominado por el sprawl. Las ciudades se vuelven concentraciones de masas independientes que se extienden en lo que denominamos naturaleza y el resultado es un paisaje artificial e híbrido.
Los árboles se vuelven edificios.
Las grandes autopistas y vialidades metropolitanas estructuran esta condición urbana y cada vez ocupan más y más área, invadiendo nuestro sentido de apropiación del espacio. 
Son el epítome del fenómeno: Lugares diseñados para el desplazamiento pero “no lugares” [2] en si mismos, siempre nos llevan a algún lado pero no pueden ser vividos.
Y entonces debemos usar la arquitectura para construir nuestro sentido de humanidad en este mundo artificial.
Es un hecho que nuestras ciudades no crecen en anillos concéntricos planeados, porque los asentamientos humanos ya no siguen una lógica urbana, se adaptan a las necesidades y ambiciones de unos cuantos. Se distorsiona la morfología de las ciudades y se vuelven caóticas.
El espacio público tradicional –las plazas- es sustituido por uno que se adapte a las condiciones del mundo globalizado.
Ya no tenemos plazas públicas, tenemos centros comerciales, esos espacios que generalmente están en medio de un mar de autos estacionados. Dentro de ellos todo está disponible pero nada es tangible, es un mundo de fantasía.
Los jardines y parques han sido sustituidos por campos de golf.
Lo que aparentemente hemos olvidado es que estas ciudades no son desechables y que los espacios céntricos siguen ahí, erguidos y en el abandono.
Es innegable que el crecimiento desordenado de las ciudades seguirá existiendo mientras haya demanda de espacios amurallados que ofrezcan una falsa sensación de seguridad, pero podríamos pensar también en alternativas menos invasivas y más lógicas, la reutilización y revitalización de esos espacios que hemos ido abandonando.
Si –parafraseando a Aaron Betsky- la arquitectura es el vínculo de coherencia en el mundo que habitamos, y vivimos en un mundo que se ha vuelto complicado de definir, invariablemente necesitaremos arquitectura(s) que le de(n) sentido Y nos hagan sentir en casa.
Y que mejor arquitectura que aquella que se ha vuelto parte de la imagen colectiva de una ciudad, esa arquitectura que está más allá del límite del tiempo y que nos genera un sentido de arraigo.
Volvamos a ocupar los espacios públicos tradicionales
Volvamos a vivir las ciudades
Volvamos a nuestra condición humana.



[1] Sprawl: Es la condición que alcanza el paisaje cuando la distinción entre ciudad, suburbios y áreas abiertas se disuelve. Acuñado en los 60s para describir el crecimiento horizontal de las ciudades.
[2] Los No Lugares, Espacios del anonimato. Auge Marc, Ed. Gedisa.



9.8.12

Be sure to wear some flowers in your hair


Sólo hay 3 ciudades americanas que quería recorrer.


Nueva York (Verano 2008)
Chicago (Invierno 2011)
San Francisco (Verano 2012)

Definitivamente San Francisco es mi favorita, -curioso si pienso que NYC parecia ser la ganadora-.
Museos, parques, sitios históricos, atractivos turísticos.
Esta ciudad tiene pocos ejemplos, pero que valen la pena.

A diferencia de Chicago o Nueva York, San Francisco ronda el millón de habitantes (sin contar el área metropolitana), lo cual la convierte en una suerte de ciudad pequeña -para los estándares americanos- con una vibra por demás amigable.
Locación ligada a la beat generation, a la revolución sexual y a las minorías.
Recorrerla es enamorarse -y si, ya se que suena un tanto cursi, pero que se le va a hacer-.

Recorrer sus empinadas calles en cable cars, metrobuses, trolebuses, bicicletas, autos, a pie.
Nunca tantas opciones habían sido tan buenas.

Como el arquitecto con visión de urbanista nunca descansa, he de decir que el solo hecho de encontrar que la banqueta (la suma de ambos lados) es más ancha que el arroyo vehicular es un gran acierto.

La ciudad está pensada para ser caminada, -en un país donde el automóvil es el rey y señor de las calles).
Desde Fisherman's Wharf hasta Golden Gate Park.
De Chinatown -el más grande y antiguo de América- a The Castro.
Sin olvidar a la pequeña Italia, el barrio SoMa, Nob Hill y hasta Tenderloin

La ciudad tiene para todos los gustos.
La clave está en saber que es lo que se quiere, porque si no, pues uno se pierde
Aunque perderse aquí si está permitido.