29.2.12

A dos y cuatro ruedas, sin límite de tiempo

Recientemente me he dedicado a leer, opinar, retuitear y compartir artículos sobre el ciclismo urbano.
Más allá de lo ya dicho:
Que si es una moda, que si no.
Que si es cosa de hipsters que se creen europeos.
Que si es cosa de jodidos
Que si es cosa de locos.

Más allá de todo eso he dicho y sigo manteniendo mi postura de que se trata de una alternativa viable de transporte.
Dejemos de lado la cuestión ecológica o de moda.

El ciclismo urbano ha existido por mucho tiempo, solo que ahora ha cobrado fuerza, influenciada por los europeos y algunas ciudades americanas (desde Nueva York hasta Medellín, con escala en DF).
La infraestructura (¿o era equipamiento, @rodionromanov?) creada en estas ciudades amigables a los ciclistas no ha sido una casualidad, se ha desarrollado por muchos años y con base en el esfuerzo conjunto entre gobierno y sociedad. En nuestro país apenas se intenta hacer algo al respecto, pero es privilegio de unos cuantos (en el país y en el propio DF), falta mucho camino que recorrer, aunque siendo optimistas ese camino será interesante.

Lo hacía notar Andres Lajous, no es cosa de la Condesa, es un fenómeno bastante común.
En ese ejercicio superficial y un tanto inconexo que es Urbanized de Gary Hustwitz, al abordar el caso de Medellín resulta impresionante el esfuerzo hecho para lograr que los ciclistas fueran tomados en cuenta, y sobretodo el papel que han tomado en lo que se refiere a movilidad.
Se menciona en dicho documental que el ciclismo es también una estrategia para disminuir la polarización social, lo cual confiere a dicha actividad aún más importancia.

Ahora, mi perspectiva vista desde dos ángulos:

El Automovilista:
Como buen mexicano, dependo del auto (uno de dudosa procedencia y con varios años encima) para desplazarme por la ciudad. He tratado de usarlo menos (entre la gasolina, el tráfico y la falta de estacionamiento, sin expresarlo como queja). Al volante he sido testigo de la irresponsabilidad de muchos ciclistas aventurados que se pasan los altos, circulan en sentido contrario, por las banquetas, hablando por celular y sin luz. Es fácil imaginar que semejantes aventuras no terminarán bien.

El Ciclista:
Como buen hipster wannabe (tratando de revivir viejas glorias) decidí que lo que me hacía falta era una bicicleta, y como buen ser testarudo la compré.
La compré para darme cuenta que las fish & chips y los tacos no se parecen, o lo que es lo mismo, aquí aún no entro en confianza para depender de ella.
Me ha tocado ver cómo los automovilistas te echan el auto, no ceden el paso, te "claxonean" sin razón o simplemente cómo para ellos eres invisible. Así ni ganas dan de pedalear por la ciudad (y menos en Jueves, porque no sabes cuantos autos negros se te puedan atravesar!).

El punto es la falta de (co)rresponsabilidad (debería registrar la palabra).
Aquí no hay culpables ni inocentes.
Los automovilistas tienen la culpa, pero los ciclistas también.

De esas veces que he rodado por la ciudad (14kms viaje redondo, con 19 semáforos incluidos) me ha tocado ver lo peor de los automovilistas y lo peor de los ciclistas.
No quiero vanagloriarme con un sentido de rectitud y decoro, semejantes adjetivos no me van, pero si quiero decir que en esos recorridos he sido uno de los pocos que se ha detenido en esos 19 semáforos en rojo.
No quiero arriesgarme a ser arrollado a media calle, la foldeable y yo no lo merecemos.
Me sorprende la falta de lógica de aquellos que se quejan de la falta de cultura vial, falta de sentido común y falta de decencia de aquellos atrás del volante, pero no se ven en su espejo personal.

Si un día me ven por la calle pasando un semáforo en rojo, están en su derecho de desmadrarme el armatoste.
El problema de la mala fama de los ciclistas, y creo, la razón principal por la cual son(mos) ninguneados es precisamente esa, la carta blanca con la que nos movemos, sin nada que dicte cómo debemos comportarnos.

Sólo hay que echarse un clavado al reglamento de tránsito para darse cuenta de cual es el origen del problema.
Son 8 artículos de un total de 192.
8 artículos que engloban motocicletas y bicicletas.
Así pues ni como hacerle.

La luz al final del túnel se la debemos a la propuesta de reformar dicho reglamento para ampliar estos escuetos artículos, lo cual es necesario, no solo para garantizar la seguridad de ciclistas, sino también para inculcar en ellos ese sentido común.
Necesitamos que estén claras las reglas del juego para poder jugarlo limpiamente, es la única manera.
Mientras eso suceda seguiré rodando con extrema precaución, sobretodo en Independencia, prometo detenerme en todas las esquinas y semáforos en rojo y prometo también no pensar que el 1 y 1 aplica para mi.

Si me ven circulando, deseen me suerte.


Y aún falta mencionar el sistema de transporte...pero eso es para otra ocasión.

Vagabundo soy y por el mundo quiero moverme.


Beirut - Vagabond from Sunset Television on Vimeo.

2.2.12

el clasismo de la falsa sociedad

Una pregunta inició todo.

Si en el diálogo construimos la diversidad de opinión con miras a encontrar un punto de equilibrio, en este caso estamos más que perdidos.
Podremos no estar de acuerdo en un punto, y es ahi precisamente donde podemos generar esa diversidad, al contrastar, refutar, rebatir o aceptar visiones que estan fuera de nuestro espectro.

Atacar sin fundamentos, sin sustento sólido y sobretodo sin conocimiento, es un recurso que sólo los brutos aplican.
Debatir con fundamentos, sustentando con conocimiento de causa es el recurso del hombre moderno.

La característica de los intolerantes se hace evidente al primer sintoma de contraposición, si no estás de acuerdo conmigo estás en mi contra.
Hablar de clasismo es hablar de un síntoma tan común que raya en el cliché.
Las tan vanagloriadas clases sociales se han encargado de definir lo que es social -y política- mente correcto.

Si uso automóvil soy rico, si utilizo el transporte público soy pobre y si uso medios alternativos (bicicletas, motocicletas y asi) entonces sí que estoy loco.
Las calles son para los autos -dirán algunos-.
Las bicicletas son para nacos y drogadictos -dirán otros-.
Sin entrar en detalles -que no soy experto- la -poca- experiencia me ha enseñado que el modelo de ciudad americana, el santuario de los autos se ha vuelto -quizá desde hace mucho tiempo- obsoleto.

Cada vez somos más y cada vez nos movemos más.
Pasamos tanto tiempo en el auto que me pregunto si será que tenemos una fijación con ellos.
Se ha vuelto cotidiano quejarnos, tocar el claxón, mentar madres e infringir leyes de tránsito.
Nos quejamos de algo que nosotros provocamos.
Pero ese es precisamente el punto, somos tan obstinados que no entendemos que somos la causa de nuestros problemas.
Queremos más y mejores vialidades.
Queremos más puentes.
Queremos menos tránsito.
Queremos más lugares para estacionarnos -gratis-.

Pero no queremos pagar tenencia.
Pero no queremos pagar estacionamiento.

El uso del automóvil es un mal necesario, eso es más que evidente, la cuestión está en saber que tanto podemos pescindir de él y ahorrarnos tiempo, esfuerzo, dinero y estrés.

El mito de la tenencia y su falta de lógica no suena razonable cuando se ponen sobre la mesa los factores que dan origen a la misma.

Las bicis no pagan tenencia -dicen unos-
Las bicis no te trasladan del punto A al punto B en 10 minutos o menos -contestan otros-

La bici como abstracción es lo de menos. Se puede combinar con el uso del automóvil sin ningún problema, todo esta en la disposición del usuario.

Querer arrollar ciclistas como solución suena muy descabellado -preguntenle al tipo del DF que lo dijo-.

La solución es muy sencilla:
Si quieres tener auto, no olvides los gastos que vienen incluidos en el paquete.
Si quieres tener bicicleta, no olvides que el reglamento de transito tambien aplica para ti [*]

Y no olvidar el sentido de [co]responsabilidad.
Nadie es dueño de la calle.

El mito de rico=carro y naco=bicicleta es tanto absurdo como estupido.

[*] Aunque en el caso de SLP, el reglamento está tan escueto como las capacidades de gobernar de la Alcaldesa que no fue.